Tres enigmas para la Organización by Eduardo Mendoza

Tres enigmas para la Organización by Eduardo Mendoza

autor:Eduardo Mendoza [Mendoza, Eduardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Sátira
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-07T00:00:00+00:00


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Un reloj de mesa, de pasta blanca, falsamente antiguo, adquirido en el mercadillo de los sábados, señala las once menos cuarto y la señora Anegueta deja sobre la mesilla auxiliar la novela que está leyendo, se levanta y empieza a guardar en un recipiente de cristal con tapa de silicona las piezas de sushi para reintegrarlas a la nevera, de donde han salido poco antes de las nueve para servir de cena a la señora Anegueta y a su hijo Monososo. Después de esta operación, la mesa del comedor, con los platos vacíos y los palillos sin usar, presenta un aspecto algo desolado, porque la lámpara de pie, junto al sofá, da una luz brillante, pero las paredes están pintadas de verde oscuro y la combinación deja la estancia sumergida en una atmósfera turbia. A la señora Anegueta aquel color verde nunca le ha gustado, pero ya estaba cuando alquiló el piso y, a pesar de los años transcurridos, no se decide a repintar ni a hacer ninguna reforma que, además de costosa, la obligaría a tomar decisiones estéticas y a lidiar con pintores y operarios y quién sabe si con los propietarios del inmueble, que siempre la han mirado con desconfianza, porque es oriental, porque no tiene marido y porque con ella vive un hijo con pinta de granuja. Por este motivo, para evitar problemas, la señora Anegueta paga sus recibos puntualmente, acepta sin rechistar los aumentos de la renta, nunca pide nada y trata a los vecinos con una cortesía casi servil.

La señora Anegueta llegó hace varias décadas a Barcelona junto con su pareja, los dos muy jóvenes, después de haber sido expulsados de Hong Kong, Bangkok, Atenas, Nápoles y Marsella. Ella no había hecho nada para merecer este trato, salvo haberse juntado y esperar un hijo de un delincuente habitual, un individuo mentalmente desequilibrado y perseguido por la policía de su país y también por el hampa. Karioko-san había nacido y se había criado en una zona pobre de Tokio, en cuyas calles angostas se apilaban los detritus y la maraña de cables eléctricos era tan densa que no dejaba entrar la luz del sol. En cuanto pudo ingresó en la Yakuza, donde no consiguió hacer carrera, porque si bien no carecía de audacia y recursos, era tan falso, irrespetuoso, desobediente y torpe que si la famosa organización criminal hubiera sido tan estricta como la pinta la imaginación popular, le habrían faltado dedos en las manos y los pies para hacerse perdonar las transgresiones. A poco de iniciar una relación sentimental con una joven aprendiz de geisha (la futura madre de Monososo), tuvo que huir de Japón para no ser eliminado por una banda rival (Inagawa-kai) o por su propia banda (Sumiyoshi-kai). En Barcelona, después del peregrinaje ya descrito, la pareja formada por Karioko-san y Anegueta encontró una acogida humanitaria debido al avanzado estado de gestación de ella. A los tres meses de nacer su hijo (Monososo), harto de vivir de la caridad y después



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